El fenómeno de los selfies (hasta hace pocos simplemente autofotos) es global, de eso ya no nos queda ninguna duda. En Asia, sin embargo, es un movimiento extremadamente popular que crece por momentos. ¿Está Asia marcando la tendencia de lo que llegará a Europa en un futuro próximo? Es complicado saberlo, pero no está de más echarle un ojo.
En marzo del 2014, la revista Time hizo un ranking de las “selfiest cities“, las ciudades del mundo donde la gente se hace más autofotos, con datos de Instagram. Las ganadoras fueron Makati y Pasig City, en Filipinas. Cuatro ciudades asiáticas se situaron entre las diez primeras posiciones. En Asia, la cultura selfie lo invade todo y ha inspirado desde campañas de marketing hasta gadgets tecnológicos específicos. Os introducimos algunas de las curiosas batallas, inventos y modas que están marcando el mercado tecnológico en el continente.
2014 fue el año de la llegada del selfie al marketing en todo el mundo. Comenzó con el gran éxito del selfie de Samsung en los Óscars y continuó muy fuerte, también en Asia. Por ejemplo, Max Factor en China lanzó una campaña en redes sociales para recoger maneras de combinar el maquillaje con las mascarillas anti-contaminación.
Las grandes marcas asiáticas de tecnología tienen un frente abierto por tener la mejor cámara frontal, que se traduce en una batalla por los nombres. La china Huawei ha solicitado la marca registrada del concepto ‘groufie’, un selfie de grupo, mientras que la coreana Samsung apuesta por el término ‘wefie’ para designar lo mismo.
Los selfie-sticks, palos para enganchar la cámara en un extremo y disparar fotos con un mando a distancia, se han hecho tan populares que el gobierno de Korea ha tenido que prohibir los que utilizaban Bluetooth sin la correspondiente licencia.
En muchos países asiáticos, las aplicaciones para retocar los selfies hace años que son populares: ojos agrandados para imitar la cara occidental, piel enblanquecida y caras más finas. Ahora ha surgido la ‘contra-app’, una aplicación japonesa llamada Primo que destapa la supuesta apariencia original oculta en las fotos retocadas.
En Tailandia, la usuaria de Instagram Mortaor Maotor, con más de 18,000 fotos publicadas (la gran mayoría de sí misma), ha sido repetidamente llamada por la prensa la “selfie queen” mundial. La red social Instagram, combinada con el fenómeno selfie, es el pasatiempo más popular del país. Incluso tienen lugar movimientos de protesta política, como cuando tras el golpe de estado del mayo de 2014 los usuarios salieron a la calle a hacerse selfies inapropiadamente sonrientes con los soldados en respuesta a la prohibición del gobierno de hacer reuniones de más de cinco personas.
Los selfies parciales, que muestran otras partes del cuerpo pero esconden la cara, es otra tendencia curiosa. En Japón, las mujeres de la subcultura gyaru pusieron de moda los retratos con la mirada baja, conocidos en inglés como hairies, hair smiles o face down pose. Una contra-moda de este nuevo tipo de retratos parciales glamurosos es el concurso online que se hizo viral en China, en el que las chicas mostraban las axilas.
En nuestro país, aunque de momento el fenómeno no es tan fuerte ni tan diverso, algunas modas y tecnologías relacionadas ya están llegando, con las correspondientes bromas autóctonas, como la noticia satírica del Mundo Today que informa de la invención de “un palo suplementario para que el palo de hacer selfies també salga en la foto “o este “palo de hacer selfies” rural, “construido con madera de naranjo”, del humorista valenciano Eugeni Alemany.