La semana pasada la Audiencia Nacional admitió a trámite una denuncia de clientes contra el Banco de Santander por la comercialización, supuestamente fraudulenta, de los “Valores Santander”. ¿Por qué no pudo el banco desactivar la movilización y solucionar el conflicto como hizo, por ejemplo, con los afectados por el caso Madoff o el de Lehman Brothers?
Parece que la respuesta está en las herramientas de comunicación y organización que utilizaron los afectados para preparar la denuncia. Como de costumbre, todo comenzó con un solo hombre muy enfadado: el banco vendió a su mujer un complicado producto financiero que le hizo perder la mitad de sus ahorros. Y como de costumbre, el hombre enfadado buscó y encontró miles de afectados también enfadados. Ante la negativa del banco para sentarse a negociar una compensación, se organizaron para preparar la querella.
Ni pancartas ni caceroladas. Os recomendamos el artículo de eldiario.es que explica como después de ver que en Twitter sus quejas no atraían la atención de los medios de comunicación como había pasado con el caso de las preferentes, los afectados optaron por un grupo cerrado de Facebook que pasó desapercibido para el banco. Esto les permitió unir esfuerzos y juntar pruebas para armar denuncias y presentar la querella que ha conseguido que la Audiencia Nacional comience la investigación.